sábado, 17 de abril de 2010

Fundación Mapfre





Impresionismo.
Un nuevo renacimiento







El Impresionismo supone un nuevo Renacimiento. Tiene como principal objetivo la plasmación de las impresiones recibidas por el artista en su contemplación de la naturaleza. Los impresionistas abandonaron todos los convencionalismos de formales de la pintura y pasaron a pintar al aire libre, copiando directamente de la naturaleza y centrándose en la plasmación de los efectos de luz y color. Se abandona el dibujo y sus bases se establecen sobre las manchas de color.

El principal precursor del impresionismo fue Manet, aunque nunca expuso con ellos y siempre trató de ocupar un lugar relevante en el Salón de París donde solía mostrar sus creaciones.

Batignoles era el barrio en el que vivía Manet y gran parte de los futuros maestros del impresionismo. Henri Fantin-Latuor, amigo de todos ellos pero cultivador de un realismo lírico estadísticamente más próximo a Gustav Courbet, fue testigo de su eclosión como grupo de vanguardia, tal como manifiesta en un taller en Batignolles (1870). En torno a Manet se reúne un grupo de jóvenes artistas con innovadores ideas, como Pierre-Auguste Renoir, Frédéric Bazille y Claude Monet, acompañados de los portavoces de la renovación pictórica como Zacharie Astruc y Émile Zola. Expuesto en el Salón de París de 1870, el cuadro significa una reivindicación de Manet.
Una y otra vez, las obras de los impresionistas eran rechazadas en el Salón de París, organizado por la Academia de Bellas Artes desde 1725. Las puertas del Salón también estuvieron abiertas para el realismo que, desde mediados del siglo XIX, iba desplazando poco a poco a los románticos.

La historia del impresionismo está presente en esta exposición a través de las obras imprescindibles. Claude Monet es el artista más competente, tal y como ponen de manifiesto La estación de Saint-Lazare, las barcas. Regatas en Argenteuil o la Rue Montorgueil de París. Fiesta del 30 de junio de 1878.

Pierre-Auguste Renoir aparece como un artista más sensual, más delicado en sus retratos, como se puede apreciar en El columpio. Alfred Sisley destaca por su gran rigor compositivo, (La nieve en Louveciennes, barca durante la inundación). Berthe Morisot que participó en la primera exposición impresionista de 1874, resume con La cuna el lugar que comienzan a reclamar las mujeres artistas.

Camile Pisarro y Paul Cézanne enfatizan la solidez estructural de los elementos de sus obras. Cézanne aprendió junto Pisarro lo que significaba el impresionismo.
Frente a la renovación estilística de Monet, Renoir o Cézanne, Edgar Degas captura la del clasicismo. Se apoya en una estética fragmentaria con la que consigue representar un instante de la vida moderna. Los hipódromos, las representaciones de ballet, las mujeres en la intimidad o los retratos de la burguesía triunfante se convierten en los asuntos principales en sus obras.

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